domingo, 20 de febrero de 2011






El Principe y El Mendigo

Erase un principito curioso que quiso un día salir a pasear sin escolta. Caminando por un barrio miserable de su ciudad, descubrió a un muchacho de su estatura que era en todo exacto a él.
-¡Si que es casualidad! -dijo el príncipe-. Nos parecemos como dos gotas de agua.
-Es cierto -reconoció el mendigo-. Pero yo voy vestido de andrajos y tú te cubres de sedas y terciopelo. Sería feliz si pudiera vestir durante un instante la ropa que llevas tú.
Entonces el príncipe, avergonzado de su riqueza, se despojó de su traje, calzado y el collar de la Orden de la Serpiente, cuajado de piedras preciosas.
-Eres exacto a mi -repitió el príncipe, que se había vestido, en tanto, las ropas del mendigo.
Contó en la ciudad quién era y le tomaron por loco. Cansado de proclamar inútilmente su identidad, recorrió la ciudad en busca de trabajo. Realizó las faenas más duras, por un miserable jornal.
Era ya mayor, cuando estalló la guerra con el país vecino. El príncipe, llevado del amor a su patria, se alistó en el ejército, mientras el mendigo que ocupaba el trono continuaba entregado a los placeres.Un día, en lo más arduo de la batalla, el soldadito fue en busca del general. Con increíble audacia le hizo saber que había dispuesto mal sus tropas y que el difunto rey, con su gran estrategia, hubiera planeado de otro modo la batalla.
-Cómo sabes tú que nuestro llorado monarca lo hubiera hecho así?
Pero en aquel momento llegó la guardia buscando al personaje y se llevaron al mendigo. El príncipe corría detrás queriendo convencerles de su error, pero fue inútil.
Aquella noche moría el anciano rey y el mendigo ocupó el trono. Lleno su corazón de rencor por la miseria en que su vida había transcurrido, empezó a oprimir al pueblo, ansioso de riquezas. Y mientras tanto, el verdadero príncipe, tras las verjas del palacio, esperaba que le arrojasen un pedazo de pan.
-Porque se ocupó de enseñarme cuanto sabía. Era mi padre.
El general, desorientado, siguió no obstante los consejos del soldadito y pudo poner en fuga al enemigo. Luego fue en busca del muchacho, que curaba junto al arroyo una herida que había recibido en el hombro. Junto al cuello se destacaban tres rayitas rojas.
-Es la señal que vi en el príncipe recién nacido! -exclamó el general.
Comprendió entonces que la persona que ocupaba el trono no era el verdadero rey y, con su autoridad, ciño la corona en las sienes de su autentico dueño.
El principe había sufrido demasiado y sabia perdonar. El usurpador no recibio mas castigo que el de trabajar a diario.
Cuando el pueblo alababa el arte de su rey para gobernar y su gran generosidad el respondia:
Es gracias a haber vivido y sufrido con el pueblo por lo que hoy puedo ser un buen rey.
Fin






 
 


El Cedro Vanidoso




Erase una vez un cedro satisfecho de su hermosura.
Plantado en mitad del jardin, superaba en altura a todos los demas arboles. Tan bellamente dispuestas estaban sus ramas, que parecia un gigantesco candelabro.
Si con lo hermoso que soy diera ademas fruto, se dijo, ningun arbol del mundo podria compararse conmigo.
Y decidio observar a los otros arboles y hacer lo mismo con ellos. Por fin, en lo alto de su erguida copa, apunto un bellisimo fruto.
Tendré que alimentarlo bien para que crezca mucho, se dijo.
Tanto y tanto creció aquel fruto, que se hizo demasiado grande. La copa del cedro, no pudiendo sostenerlo, se fue doblando; y cuando el fruto maduro, la copa, que era el orgullo y la gloria del arbol, empezo a tambalearse hasta que se troncho pesadamente.
¡A cuantos hombres, como el cedro, su demasiada ambicion les arruina!

Fin


!! ENREDADOS !!






El Caballo Amaestrado

Un ladron que rondaba en torno a un campamento militar, robo un hermoso caballo aprovechando la oscuridad de la noche. Por la mañana, cuando se dirigia a la ciudad, paso por el camino un batallon de dragones que estaba de maniobras. Al escuchar los tambores, el caballo escapo y, junto a los de las tropa, fue realizando los fabulosos ejercicios para los que habia sido amaestrado.
¡Esta caballo es nuestro! Exclamo el capitan de dragones. De lo contrario no sabria realizar los ejercicios. ¿Lo has robado tu? Le pregunto al ladron.
¡Oh, yo...! Lo compre en la feria a un tratante...
Entonces, dime como se llama inmediatamente ese individuo para ir en su busca, pues ya no hay duda que ha sido robado.
El ladron se puso nervioso y no acertaba a articular palabra. Al fin, viendose descubierto, confeso la verdad.
¡Ya me parecía a mí exclamo el capitán Que este noble animal no podia pertenecer a un rufian como tu!
El ladron fue detenido, con lo que se demuestra que el robo y el engaño rara vez quedan sin castigo.
Fin.


                                  
    TRAILER OFICIAL LA PELICULA " EL OSO YOGUI" 








                                                                            RANGO












Caperucita y Los Aves


Aquel invierno fue más crudo que de ordinario y el hambre se hacía sentir en la comarca. Pero eran las avecillas quienes llevaban la peor parte, pues en el eterno manto de nieve que cubría la tierra no podían hallar sustento.
Caperucita Roja, apiadada de los pequeños seres atrevidos y hambrientos, ponia granos en su ventana y miguitas de pan, para que ellos pudieran alimentarse. Al fin, perdiendo el temor, iban a posarse en los hombros de su protectora y compartían el cálido refugio de su casita.
Un día los habitantes de un pueblo cercano, que también padecían escasez, cercaron la aldea de Caperucita con la intención de robar sus ganados y su trigo.
-Son más que nosotros -dijeron los hombres-. Tendríamos que solicitar el envío de tropas que nos defiendan.
-Pero es imposible atravesar las montañas nevadas; pereceríamos en el camino -respondieron algunos.
Entonces Caperucita le habló a la paloma blanca, una de sus protegidas. El avecilla, con sus ojitos fijos en la niña, parecía comprenderla. Caperucita Roja ató un mensaje en una de sus patas, le indicó una dirección desde la ventana y lanzó hacia lo alto a la paloma blanca.
Pasaron dos días. La niña, angustiada, se preguntaba si la palomita habría
sucumbido bajo el intenso frío. Pero, además, la situación de todos los vecinos de la aldea no podía ser más grave:
sus enemigos habían logrado entrar y se hallaban dedicados a robar todas las provisiones.
De pronto, un grito de esperanza resonó por todas partes: un escuadrón de cosacos envueltos en sus pellizas de pieles llegaba a la aldea, poniendo en fuga a los atacantes.
Tras ellos llegó la paloma blanca, que había entregado el mensaje. Caperucita le tendió las manos y el animalito, suavemente, se dejó caer en ellas, con sus últimas fuerzas. Luego, sintiendo en el corazón el calor de la mejilla de la niña, abandonó este mundo para siempre.

Fin


El Granjero Bondadoso


Un anciano rey tuvo que huir de su país asolado por la guerra. Sin escolta alguna, cansado y hambriento, llegó a una granja solitaria, en medio del país enemigo, donde solicitó asilo. A pesar de su aspecto andrajoso y sucio, el gran-jero se lo concedió de la mejor gana. No contento con ofrecer una opípara cena al caminante, le proporcionó un baño y ropa limpia, además de una confortable habitación para pasar la noche.
Y sucedió que, en medio de la oscuridad, el granjero escuchó una plegaria musitada en la habitación del desconocido y pudo distinguir sus palabras:
-Gracias, Señor, porque has dado a este pobre rey destronado el consuelo de hallar refugio. Te ruego ampares a este caritativo granjero y haz que no sea perseguido por haberme ayudado.
El generoso granjero preparó un espléndido desayuno para su huésped y cuando éste se marchaba, hasta le entregó una bolsa con monedas de oro para sus gastos.
Profundamente emocionado por tanta generosidad, el anciano monarca se pro-metió recompensar al hombre si algún día recobraba el trono. Algunos meses después estaba de nuevo en su palacio y entonces hizo llamar al caritativo la-briego, al que concedió un título de nobleza y colmó de honores. Además, fian-do en la nobleza de sus sentimientos, le consultó en todos los asuntos delicados del reino.
Fin






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CUENTO DE LOS 3 CERDITOS

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Campanilla y el Tesoro Perdido - Función de Cuentos de Hadas

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Frases de amor